El desarrollo del programa
nuclear y de misiles de Corea del Norte se ha convertido en un tópico
omnipresente en las noticias dedicadas a los temas de actualidad internacional.
Como es conocido, su objetivo principal, hecho explícito por los mismos
funcionarios del régimen, sería establecer un balance de poder con Estados
Unidos con el fin último de disuadir a este país y sus aliados de intentar o
promover su derrocamiento. Para esto, pretende miniaturizar cabezas nucleares y
colocarlas en misiles balísticos intercontinentales que puedan llegar a
territorio estadounidense.
Sin embargo, aún debe pulir la
tecnología de sus misiles de largo alcance, que todavía se encuentran, por lo
que se sabe, en etapa experimental, así como también debe perfeccionar el
proceso de miniaturización de sus ojivas nucleares, para lo cual está
trabajando incesantemente y desafiando a prácticamente la totalidad de la
comunidad internacional. Claro, además de refinar este procedimiento,
desarrollar arsenales más potentes (como lo sería una bomba de hidrógeno, la cual
alega haber probado hace algunos días) añadiría cotas a su capacidad de
disuasión. En cualquier caso, esa es la misión que se autoimpone el régimen y a
ello va orientado buena parte de sus acciones y muchas de sus bravatas.
Ante ello, es notable la preocupación
que ha producido en la comunidad internacional, pero muy especialmente entre
algunos de los principales actores implicados en la trama: Corea del Sur,
Japón, Estados Unidos y China (teniendo en consideración, por su puesto, que su
aproximación a la situación difiere sustancialmente de la de los anteriores).
Por un lado, se trata de una inquietud legítima ante la proliferación de armas
con enorme capacidad de destrucción, así como por el hecho de que estas puedan
estar en manos de un régimen dictatorial con muy pocos escrúpulos y una
retórica belicista muy pronunciada. Pero, cabe la pregunta, ¿acaso no alberga
algo de exageración? ¿Cuánto hay de cierto en la imagen que se ha construido de
una Corea del Norte nuclear como peligro inminente para la humanidad? Pues, aun
cuando se comprende la intranquilidad generada, también creo que existe
bastante de exceso en el discurso de quienes se oponen férreamente a esa
posibilidad (que es, cada vez más, una realidad), lo que fácilmente nos puede
inducir a una visión muy parcial y simplista de los hechos.
En primer lugar, y como lo han
señalado reiteradamente académicos y analistas, Kim Jong-un parece actuar bajo
una lógica relativamente bien definida. Es decir, a diferencia de la forma como
lo representan comúnmente los medios de comunicación y un sector considerable
del establishment político
occidental- como un individuo inestable, poco racional y presa de sus
emociones-, presuntamente sus acciones siguen patrones de racionalidad
instrumental[1],
que corresponderían más a los de un estratega bien curtido y no a los de un
“hombre loco”.[2]
En ese sentido, Fareed Zakaria ha
llevado a cabo un interesante ejercicio de razonamiento contrafáctico al
imaginar una entrevista con nada menos que Kim Jong-un, dos preguntas de la
cual son particularmente esclarecedoras.[3]
La primera está dirigida a indagar en la razón por la que, a pesar de las
abrumadoras sanciones que le han sido impuestas, continúa avanzando en su
programa nuclear y de misiles balísticos. En resumen, Kim respondería que es,
básicamente, una cuestión de supervivencia. Mientras que sus antecesores, su
abuelo y su padre, contaban con el sustancial apoyo de la Unión Soviética y
China, la única superpotencia vigente, Estados Unidos, habría dejado claro que
vislumbra el cambio de régimen como el escenario ideal.
En cuanto a la última pregunta,
esta apunta directamente al miedo de los estadounidenses ante la posibilidad de
un ataque. Frente a este supuesto, Kim replicaría por qué hacerlo sabiendo que
conllevaría acciones de represalia. Por lo tanto, sus supuestas inconstancia e
irracionalidad no serían tales, y sus actitudes resultarían estrictamente
coherentes, respondiendo a un plan por medio del cual conseguir su objetivo
prioritario. En cualquier caso, siempre existe la posibilidad de que estemos
sobreestimando las capacidades del gobierno norcoreano y de su líder para
construir una estrategia bien meditada, que tome en consideración distintos
escenarios y cómo responder a cada uno de ellos.
Por otro lado, como se mencionó
con anterioridad, ciertas afirmaciones resultan, por lo menos,
involuntariamente desacertadas, o intencionalmente tendenciosas. Tomemos como
ejemplo una declaración del primer ministro de Japón, Shinzo Abe, durante su
discurso pronunciado en el marco de la 72ª Sesión de la Asamblea General de las
Naciones Unidas, celebrada a lo largo de esta semana.[4]
Con el fin de justificar su posición en cuanto a la imposibilidad de entablar
negociaciones en buenos términos con el régimen norcoreano- porque según él
será la presión y no el diálogo lo único que convencerá a su líder máximo de
recular definitivamente en sus intenciones-, hizo referencia al acuerdo
alcanzado en 1994 entre la administración Clinton y el gobierno de quien
presidía en ese momento el país asiático, Kim Jong-il.
En concreto, el Agreed Framework,
que era su nombre oficial, dictaba que Corea del Norte aceptaba detener el
desarrollo de su programa nuclear, permitir a los inspectores de la Agencia
Internacional de Energía Atómica (IAEA por sus siglas en inglés) el ingreso a
sus instalaciones nucleares con el fin de certificar su cumplimiento, y no
retirarse del Tratado de No Proliferación Nuclear, del cual en ese momento aún
era Estado parte. Mientras, Estados Unidos se comprometía a dirigir un
consorcio- cuyo nombre oficial era Organización para el Desarrollo de la
Energía en la península de Corea (KEDO por sus siglas en inglés)-, integrado
por otros países, que se encargaría de construir reactores de energía de agua
ligera para compensar aquella energía perdida por el congelamiento de la
actividad en sus instalaciones, y en el ínterin, proveería a Corea del Norte de
petróleo pesado para uso no militar (p.e., calefacción o producción de
electricidad). Finalmente, un punto relevante del acuerdo era aquel orientado a
promover la normalización de relaciones políticas y económicas de manera
paulatina. Es decir, se trataba de un intento de establecer un marco de
relaciones amplio que trascendiera al punto neurálgico de la disputa, y
pretendía abarcar otros ámbitos que guiaran el camino a destrabar sus
relaciones.
En cualquier caso, el acuerdo
llegó a un punto muerto en el 2002, durante el gobierno de George W. Bush. La
causa directa asumida en la versión oficial norteamericana y de sus aliados es
el reinicio del programa nuclear de Corea del Norte a espaldas de la IAEA, de
Estados Unidos y de todos aquellos países que formaban parte del consorcio. En
consonancia, el discurso de Abe alude a una visión de los hechos en la que el
régimen norcoreano sería el único responsable del colapso del acuerdo, lo que
habría demostrado la inviabilidad de confiar en él y en su disposición para
negociar. Pero la historia puede ser más compleja si se trascienden las
interpretaciones unilaterales y las versiones maniqueas.
Al respecto, el coronel
estadounidense Lawrence Wilkerson, jefe de gabinete del ex Secretario de Estado
durante el gobierno de George Bush, Colin Powell, en una entrevista al portal
de noticias The Real News, afirma
que, en realidad, Estados Unidos y el consorcio que presidía no habrían
cumplido con sus obligaciones según los términos del acuerdo.[5]
Así, por ejemplo, los envíos de combustible pesado no se correspondían con las
fechas establecidas en el cronograma, así como tampoco las cantidades se ajustaban
a lo prometido. Aún más, tampoco el KEDO estaba avanzando con la construcción
de los reactores de agua ligera debido a los irregulares aportes de los países
parte para el financiamiento del proyecto.
También Jeffrey Lewis, reconocido
especialista en programas nucleares y de no proliferación en el Este Asiático,
hace referencia a la responsabilidad que atañe a Estados Unidos en el colapso
del acuerdo debido, en buena parte, a la injerencia de un Congreso hostil al
mejoramiento de las relaciones con el régimen norcoreano, por lo que sostiene
que el Agreed Framework se encontraba ya bajo mucha presión al final de la
administración Clinton.[6]
Con Bush, habría sido claro que los esfuerzos por mantenerlo a flote no serían
una prioridad y fue de esa manera como, ante los reportes de inteligencia que
indicaban el desarrollo de un programa de enriquecimiento de uranio
presuntamente para usos no civiles, y orientado, por lo tanto, a la obtención
de armas nucleares, se dejó caer.
Es así que Estados Unidos cuenta
con antecedentes de incumplimiento de acuerdos y compromisos rotos que lo sitúa
como un actor poco confiable, lo que fácilmente puede indisponer a países con
los que guarda profundas divergencias a plantearse un escenario de
negociaciones para convenir en algún tipo de transacción. Como se evidencia en
el caso previamente expuesto y otros ampliamente citados, Libia por ejemplo,
Estados Unidos ha demostrado en varias oportunidades ser aquello de lo que
precisamente se acusa a Corea del Norte: inconstante, caprichoso y veleidoso.
Por lo tanto, contra lo que
frecuentemente se sostiene, es presumible que el comportamiento de Corea del
Norte como potencia nuclear siga los canales convencionales, haciendo un uso
estratégico de su arsenal, sin la necesidad de llegar a emplearlos realmente y
teniendo en cuenta que las consecuencias a un eventual ataque sería su propia
destrucción, como le ha sido recordado a Kim recientemente En ese sentido, el
peligro derivaría fundamentalmente de errores de cálculos por parte de alguno
(o varios) de los actores involucrados y no de tendencias suicidas del líder
norcoreano, lo que es improbable… aunque no imposible.
[1]
Farid Kahhat. “Kim Jong Un no es un actor irracional”. En América Economía, 21 de
agosto de 2017. https://www.americaeconomia.com/analisis-opinion/kim-jong-un-no-es-un-actor-irracional
[2] Bao Pu. “Kim Jong Un: ‘Crazy Fat
Kid’ or Rational Despot?” En Stratfor,
4 de Agosto de 2017. https://worldview.stratfor.com/article/kim-jong-un-crazy-fat-kid-or-rational-despot.
[3] Fareed Zakaria. “Kim Jong Un-smart
and strategic?” En The Washington Post,
14 de setiembre de 2017. https://www.washingtonpost.com/opinions/kim-jong-un--smart-and-strategic/2017/09/14/0c28a516-9988-11e7-82e4-f1076f6d6152_story.html?utm_term=.900758e4eb20
[4] “Address by Prime Minister Shinzo
Abe at the Seventy-Second Session of the United Nations General Assembly”. Nueva
York, 20 de setiembre de 2017. https://gadebate.un.org/sites/default/files/gastatements/72/jp_en.pdf
[5] “Larry Wilkerson: North Korea is
Not an Existencial Threat-But Many People Benefit by Saying It Is”. En
The Real News, 5 de setiembre de
2017. http://therealnews.com/t2/story:19926:Larry-Wilkerson%3A-North-Korea-is-Not-an-Existential-Threat---But-Many-People-Benefit-by-Saying-It-Is
[6] Jeffrey Lewis. “Revisiting
the Agreed Framework”. En 38
North, 15 de mayo de 2015. http://www.38north.org/2015/05/jlewis051415/
No hay comentarios.:
Publicar un comentario