domingo, 23 de julio de 2017

IRAK Y EL DESAFÍO DE LA RECONSTRUCCIÓN

Hace ya dos semanas que pudimos ver al primer ministro iraquí Haider al-Abadi arribar a Mosul con el fin de anunciar la definitiva derrota del Estado Islámico (EI) en el que era, hasta ese momento, su principal enclave en Irak, habiendo transcurrido 3 años desde su captura.[1] Tras una dilatada campaña que supuso la convergencia de distintos grupos- destacamentos del ejército iraquí, unidades de combatientes kurdos peshmergas, y grupos paramilitares, entre los que se encuentran las milicias predominantemente chiíes de las Fuerzas de Movilización Popular-, y contando con la vital ayuda militar de la coalición internacional liderada por Estados Unidos, se declaró, finalmente, la liberación de la segunda ciudad más grande de Irak.

Entre tanta expectativa generada por la simbólica victoria, también destacaron los necesarios llamados a la prudencia, dado que si bien se habría logrado privar al EI de su principal feudo en Irak, sobreviven algunos remanentes en zonas que aún estarían bajo su control. Es más, aun después de celebrado el tan ansiado anuncio y comentado en los medios de comunicación de todo el mundo, la continuación de disparos y estallidos en ciertos puntos de Mosul occidental daba cuenta de que la lucha todavía no se extinguía del todo y que células del grupo insistían en mantener la resistencia ante un hecho consumado.[2] Es decir, la actitud oficial ha sido de mesurado entusiasmo y un muy moderado optimismo ante el innegable hecho de que todavía restan batallas por luchar contra un enemigo que se niega a capitular y cuya capacidad de resistencia es bastante conocida por las fuerzas que lo combaten.

Sin embargo, los retos futuros trascienden largamente la supervivencia de ciertos bolsones del grupo yihadista con capacidad para infligir daños entre la población, y contemplan la sostenibilidad y estabilidad de un país desgarrado por años de sucesivos conflictos y agudas deficiencias institucionales que preceden a la invasión estadounidense en el 2003, pero que se agravaron sustancialmente con el desmembramiento del aparato público, la desestructuración social y la liquidación de las fuerzas armadas a que dio lugar. Por lo tanto, y como resulta evidente, uno de los primeros grandes desafíos lo constituye la rehabilitación y la reconstrucción material de las zonas que se vieron seriamente afectadas por la lucha entre ambas facciones.

Tomemos el caso de Mosul, al haber sido la ciudad más importante en caer bajo el yugo de los milicianos del EI. Sin contar el elevado saldo de víctimas mortales que la campaña por recuperar la ciudad ha producido[3], los estragos materiales y la crisis humanitaria configuran un paisaje desolador y que da poco espacio para el optimismo. Según algunas estimaciones, aproximadamente 900 000 personas se habrían visto desplazadas de sus hogares desde el inicio de la batalla.[4] Así, si a pérdidas materiales y daños a la infraestructura de la ciudad se refiere, el panorama es desesperanzador. Una imagen satelital del casco antiguo de Mosul- una de las áreas más afectadas por los coches bomba, los ataques aéreos y la artillería- del 30 de junio, obtenida por el Programa sobre Aplicaciones Operacionales de Satélite del Instituto de las Naciones Unidas para la Formación y la Investigación (UNITAR-UNOSAT, por sus siglas en inglés) ilustra el nivel de devastación: un total de  5,536 estructuras habrían resultado afectadas, de las cuales, 490 se encontrarían destruidas (9% del total); 3,310, severamente dañadas (60% del total); y 1,736, moderadamente afectadas (31% del total).[5]



1) Las líneas punteadas marcan el perímetro del casco antiguo. 2) Los puntos rojos indican las estructuras destruidas; los anaranjados, los edificios con daños severos; y los amarillos, aquellos con daños moderados. Fuente: UNITAR-UNOSAT.

Otra serie de imágenes satelitales capturadas por la organización DigitalGlobe permite comparar el estado anterior y actual de algunas zonas importantes de la ciudad.[6] El resultado, como cabe esperar, es impactante y demuestra, una vez más, el alto grado de destrucción después de 9 meses de campaña militar. Por otro lado, Asien Hamza, director del comité de reconstrucción de la provincia de Nínive- citado por Igor Kossov en un artículo publicado algunos días atrás en The Atlantic-, sostiene que tres de cada cuatro vías en Mosul, casi todos los puentes, y el 65% de la red eléctrica habría sido destruida, así como mucha de su infraestructura acuífera.[7]

Frente a la evidente gravedad del estado actual de la ciudad, algunos de cuyos distritos han sido reducidos, en buena parte, a escombros, los cálculos sobre la cantidad de dinero requerido para su reconstrucción se disparan hasta alcanzar cifras exorbitantes. Según una estimación reciente de las Naciones Unidas, se necesitaría más de mil millones de dólares para la reparación de la infraestructura básica de la ciudad.[8] Y ya que el nivel de daño en la parte occidental superaría ampliamente el de la parte oriental, los trabajos de rehabilitación y estabilización tomarían un tiempo considerablemente mayor en el primer caso.

Si la dimensión de la labor de reconstrucción estimada para Mosul constituiría de por sí un desafío para cualquier Estado, las dificultades se multiplican tomando en consideración las limitaciones institucionales de Irak. No se trata solo del riesgo intrínseco a las acciones de las células yihadistas que prevalezcan durante un tiempo indeterminado o al resurgimiento de un “Estado Islámico 2.0”, sino a las deficiencias propias del aparato burocrático. Como lo destaca Kossov, la inmensa tarea de reedificación se presenta casi imposible en un país que ya ha demostrado su poca competencia para la gestión de los recursos públicos destinados a la rehabilitación del país en la etapa posterior a la invasión estadounidense.[9]

Es así que uno de los principales problemas identificados en la administración estatal es la extendida corrupción tanto entre los altos funcionarios del gobierno, como entre la burocracia media, lo que explica que Irak ocupe uno de los últimos lugares en el Índice de Percepción de Corrupción de Transparencia Internacional (puesto 166 de 176 países).[10] La corrupción fue un rasgo característico de la administración del ex primer ministro Nouri al-Maliki, tanto entre los trabajadores públicos, como entre las fuerzas armadas, y cuya consecuencia más dramática habría sido la ineptitud de esta institución para detener el avance de las fuerzas del EI.  El mismo Parlamento iraquí reconoció en un informe la directa responsabilidad de altos funcionarios del gobierno, incluido el primero ministro al-Maliki, y militares por la deserción de las tropas del ejército y su renuncia a plantar defensa en las zonas que resultaron rápidamente asediadas por los milicianos islamistas, quienes, en su momento de mayor expansión, llegaron a controlar, aproximadamente, un tercio del territorio nacional.[11]Así, los 20 mil millones de dólares invertidos por el gobierno de Estados Unidos en la reconstitución, entrenamiento y equipamiento del ejército y la policía iraquíes (de un fondo total de 60 mil millones entre el 2003 y 2012 dirigidos a la reconstrucción del país)[12] no lograron su objetivo principal de formar unas fuerzas que, efectivamente, pudiesen garantizar la seguridad nacional.

Y si ese fue el destino de la suma invertida en el desarrollo militar del país, los 40 mil millones de dólares restantes que fueron canalizados a otros rubros- infraestructura, servicios básicos, programas de tipo asistencial- no necesariamente destacaron por su rendimiento. En realidad, en términos generales, todo el monto gastado en la rehabilitación habría producido pocos resultados tangibles en un país cuyo aparato público, así como sus fuerzas armadas habían sido arrasados de raíz en el periodo inmediatamente posterior a la invasión estadounidense. En cualquier caso, una serie de factores explican la inefectividad en la administración de dichos recursos: la deficiente coordinación entre los departamentos y las agencias del gobierno (de EE.UU.) encargados de la gestión de la ayuda; la escasa supervisión del destino del dinero entregado, lo que habría ayudado a prevenir, en alguna medida, la corrupción; el gasto innecesario y las malas colocaciones; y, por supuesto, como ya se ha enfatizado, la corrupción crónica en todos los niveles de la administración pública,  cuando el ex primer ministro al-Maliki decidió copar los cargos de mayor responsabilidad con allegados suyos, privilegiando la afinidad personal y la lealtad como requisito para el acceso a las altas esferas del poder y de la toma de decisiones, por encima del mérito y la experiencia.

Aun cuando, supuestamente, al-Abadi haya emprendido ciertas reformas orientadas a la erradicación de la corrupción y al fortalecimiento institucional, cuánto haya progresado realmente en ambos casos aún está por verse. Por lo pronto, parecería que en cuanto a la conformación de unas fuerzas de seguridad más efectivas y con mayor capacidad para el cumplimiento de sus funciones, podría haberse dado un avance significativo. Sin embargo, habría que recordar que el gobierno iraquí ha contado con la ayuda de milicias chiíes, suníes y kurdas, así como con la permanente ayuda de la coalición internacional. Por otra parte, de la capacidad del gobierno para emprender un trabajo de reconstrucción a tal escala aún no hay evidencia concreta.

Anteriormente, se indicó que una estimación provisional de las Naciones Unidas señalaba que más de mil millones de dólares serían necesarios para la reparación de la estructura básica de Mosul, pero, evidentemente, esta cifra podría ascender de manera exponencial, a lo que apuntan otros cálculos. Según Ghanin Jalil Younis, directora de personal en la provincia de Nínive, en enero del presente año, el concejo provincial de Anbar habría determinado que un monto aproximado de 12 mil millones de dólares se requeriría para atender las necesidades de Ramadi, una ciudad que también fue liberada de manos del EI y que es más pequeña que Mosul. Y aunque esta última no habría sufrido el grado de destrucción de la primera, al ser una ciudad más grande y que alberga mayor población, probablemente la reconstrucción demandará un mayor esfuerzo y, por ende, quizás, más dinero.[13]

Cabe agregar que la capacidad del Estado para restablecer la infraestructura esencial y los servicios básicos en las zonas golpeadas por el conflicto depende de otros factores como el desempeño de la economía e incluso la adecuada coordinación y distribución de la ayuda humanitaria por parte de las distintas agencias y organizaciones que la proveen. En cuanto al primer punto, las proyecciones de los organismos financieros internacionales no son halagüeñas, pues contemplan una contracción del PBI de aproximadamente 3% para el 2017.[14] Al ser una economía altamente dependiente del petróleo, llegando a representar hasta el 90% de los ingresos del gobierno, mucho de su desempeño está asociado a la estabilidad del precio del barril de petróleo en el mercado y al sostenimiento de sus niveles de producción.

Con respecto a lo segundo, habría que tomar en cuenta que no siempre la canalización de la ayuda humanitaria por parte de las ONG’s se ha caracterizado por la eficiencia y la transparencia, por lo que se ha dado el caso de llamados de atención hacia las deficiencias que presenta el sector. En realidad, muchos de los cuestionamientos provienen de las propias instituciones que conforman el gran sistema de ayuda humanitaria internacional, las cuales reconocen los defectos que la aquejan, entre los que se encuentran: la desconexión existente entre las prioridades planteadas por los organismos que encauzan la ayuda- y cuyos centros de dirección, generalmente, se encuentran en países distintos a los lugares de destino- y las necesidades locales; la concentración del poder y del dinero en pocas manos, es decir, los que controlan gran parte de estos fondos serían aquellos “gigantes” que, de alguna forma, llegan a monopolizar el sector- por ejemplo, el Programa Mundial de Alimentos (WFP), la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR) o el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF)- desplazando a los actores o agentes locales, quienes, finalmente, son lo que mantienen mayor contacto con la población y llevan a cabo el grueso del trabajo; o la escasa transparencia y rendición de cuentas, lo que es un rasgo muy propio de este sector, que al mismo tiempo que administra y ejecuta, supervisa y audita.[15] Aunque, al parecer, ciertas iniciativas han pretendido atajar dichas críticas,[16] resulta difícil calcular cuánto se ha conseguido avanzar en realidad.

Por lo tanto, la reconstrucción se avizora complicada, farragosa y lenta. No obstante, más vale que no sea así y que pueda avanzarse paulatinamente con la rehabilitación de las zonas devastadas, de modo que la población que se ha visto desplazada pueda retornar e intentar retomar el rumbo de sus vidas después del oscuro intervalo que supuso el quedar sometidos a la inefable crueldad de las milicias del EI. Y será mejor que así sea, porque una buena proporción de los desplazados internos habita en campos administrados por las Naciones Unidas y otras organizaciones de ayuda humanitaria que, sin embargo, no se dan abasto con la enorme tarea que implica atender a cientos de miles de personas; y porque mucha de esa población sobrevive en condiciones sumamente difíciles, con el recuerdo de un dolor indescriptible y la inquietud ante un futuro incierto. Ello, sumado a la violencia sectaria y la posibilidad de ser víctimas de represalias por parte del régimen o de otras fuerzas aliadas, puede llevar a la regeneración del mismo engendro, o uno similar, contra el que una parte significativa del mundo ha luchado durante los últimos años.






[1] “Battle for Mosul: Iraq PM Abadi formally declares victory”. En BBC News. 10 de julio del 2017. http://www.bbc.com/news/world-middle-east-40558836. “Iraq PM declares victory over Islamic State in Mosul”. En Reuters. 10 de julio del 2017. https://www.reuters.com/article/us-mideast-crisis-iraq-mosul-idUSKBN19V105
[2] “Heavy Fighting Shakes West Mosul a Day After Victory Over ISIS Is Declared”. En Time, 11 de julio del 2017. http://time.com/4854278/mosul-isis-victory-iraq/. “Mosul ISIS fighters feigning surrender in order to attempt suicide attacks”. En ABC News, 11 de julio del 20117. http://abcnews.go.com/International/mosul-isis-fighters-feigning-surrender-order-attempt-suicide/story?id=48573098
[3] En un reporte de reciente publicación, Amnistía Internacional emplea la cifra propuesta por la organización Airwars de 5,805 muertes de no combatientes como el número estimado de bajas civiles durante la segunda parte de la campaña, entre febrero y junio del presente año, dirigida a la captura de Mosul occidental. https://www.amnesty.org/en/latest/campaigns/2017/07/at-any-cost-civilian-catastrophe-in-west-mosul-iraq/ Por otro lado, en una entrevista concedida a Democracy Now!, la investigadora de AI Nicolette Waldman recurre a otra cifra proveniente de Airwars, y sostiene que, aproximadamente, 6,800 personas habrían fallecido bajo la ofensiva de las fuerzas iraquíes y la coalición internacional. https://www.democracynow.org/2017/7/18/amnesty_accuses_us_coalition_of_war 
[4] UNHCR. “Mosul’s war widows face new challenges in displacement”. 4 de julio del 2017. http://www.unhcr.org/news/latest/2017/7/595b86554/mosuls-war-widows-face-new-challenges-displacement.html
[5] UNITAR. “Iraq, Old City. Mosul, Ninawa Governorate”. Imagen publicada el 6 de julio del 2017. http://reliefweb.int/sites/reliefweb.int/files/resources/UNOSAT_A3_Mosul_Old_City_points_damage_assessment_30June2017_Landscape_p.pdf 
[6] “Before and After Satellite Images of Mosul Reveal the Devastation After the Islamic State Was Forced Out”. En The New York Times. 15 de Julio del 2017. https://www.nytimes.com/interactive/2017/07/15/world/middleeast/mosul-before-after.html?rref=collection%2Fsectioncollection%2Fmiddleeast&_r=0
[7] Igor Kossov. “’Mosul is Completely Destroyed’. The impossible task of rebuilding the recently reclaimed city”. En The Atlantic. 10 de Julio del 2017. https://www.theatlantic.com/international/archive/2017/07/mosul-iraq-abadi-isis-corruption/533067/
[8] “Basic infrastructure repair in Mosul will cost over $1 billion: U.N.” En Reuters. 5 de julio del 2017. https://www.reuters.com/article/us-mideast-crisis-iraq-aid-idUSKBN19Q28F
[9] Igor Kossov. “Mosul is Completely Destroyed.”
[10] Transparency International. Corruptions Perception Index 2016. https://www.transparency.org/news/feature/corruption_perceptions_index_2016
[11] Florence Gaub. “An unhappy Marriage: Civil-Military Relations in Post-Saddam Iraq”. Carnegie Endowment for International Peace. 13 de enero del 2016. http://carnegieendowment.org/2016/01/13/unhappy-marriage-civil-military-relations-in-post-saddam-iraq-pub-61955
[12] “Learning from Iraq”. Final Report from the Special Inspector General for Iraq Reconstruction. Marzo del 2013. 
[13] Kossov. “Mosul is completely destroyed”.
[14] Banco Mundial. “Iraq’s Economic Outlook-April 2017”. http://www.worldbank.org/en/country/iraq/publication/economic-outlook-april-2017. Fondo Monetario Internacional. “World Economic Outlook- April 2017”. http://www.imf.org/en/Publications/WEO/Issues/2017/04/04/world-economic-outlook-april-2017#
[15] Heba Aly. “The humanitarian system: ‘A mammoth machinery losing track what it is for’.” En The Guardian. 22 de mayo del 2016. https://www.theguardian.com/global-development-professionals-network/2016/may/22/humanitarian-aid-system-power-concentrated-hands-of-few-losing-track 
[16] “New deal on humanitarian financing signed at summit in Istanbul”. En The Guardian. 24 de mayo del 2016. https://www.theguardian.com/global-development-professionals-network/2016/may/24/new-deal-on-humanitarian-financing-signed-at-summit-in-istanbul